Un millonario en su casa de playa platicaba con la persona que le cuidaba el rancho que era muy humilde; y le decía: ¡Tú eres muy tonto! si estudiaras en la universidad, pudieras llegar a tener una carrera como la mía; el humilde trabajador le pregunta: Patrón, y usted ¿cuántas horas trabaja? A lo que el millonario responde: Ohhh yo trabajo de sol a sol; pero mira el resultado, he logrado tener muchísimo dinero, con ese dinero, he logrado comprar esta linda casa, y puedo venir una vez al mes a disfrutar de un delicioso coco helado sentado en una hamaca a la orilla de la playa… ¿no te gustaría a ti hacer esto mismo? El humilde trabajador responde: ¡No moleste jefe, el tonto es usted! Yo por falta de recursos no estudié en la universidad, eso sí, también trabajo fuerte cuidando su rancho, pero tengo a mi familia cerca y los he podido ver crecer y los he disfrutado en cada etapa de su vida y por si eso fuera poco, nada menos ayer estuve tomándome un delicioso coco helado en la misma hamaca en la que usted está ahora acostado.
Hay muchas personas que literalmente viven para trabajar, en lugar de trabajar para vivir. Conozco personalmente el caso de un padre que con la muy buena intención de darles lo mejor a su familia, trabajaba incansablemente en tres turnos diferentes; al llegar a casa, su hijo al que no había visto en todo el día ya estaba dormido y solamente pasaba con él unas cuantas horas el fin de semana, pues estos días descansaba y reponía fuerzas para la siguiente jornada de cinco días. La relación con su esposa no era la mejor, pues la tensión de trabajar todo el día había minado las bases de su casi inexistente relación; eso sí, tenían cable, celulares último modelo, casa preciosa, carro de agencia y ropa a la moda. Todo cambió cuando el niño enfermó de leucemia y el hombre entendió que muy probablemente perdería a su único hijo, a quien tristemente conocía muy poco. El niño después de un duro tratamiento se recuperó y el hombre cambió radicalmente: comenzó a esforzarse solamente lo necesario para tener las necesidades básicas, pero nunca más cometería el error de sacrificar a su familia, con tal de trabajar más. Por primera vez ¡trabajó para disfrutar de la vida! y efectivamente su familia disfrutó del cambio (más que lo que antes disfrutaban de las comodidades).
Es la voraz sociedad moderna la que nos ha cautivado y nos obliga a sacrificar nuestro valioso tiempo con la familia con tal de trabajar más, para llevar un mejor celular a mi bolsillo (¡el cual por cierto me lleva a trabajar todavía más!) No se trata de convertirnos en una sociedad conformista, que quede esto claro, solamente quiero llamar la atención de aquellas personas que ya se olvidaron de vivir. Haz esta prueba: Si alguien de tu familia te propone hacer algo para divertirse, y por dentro dices: ¡No quiero porque me siento demasiado cansado! Te dejo con estas palabras: ¡Si vives para trabajar, morirás sin haber vivido!
Por cierto, ¡Feliz día del trabajo!
Carlos Márquez
@carlos_mrqz
@iglelacomunidad
Deja un comentario