Todavía recuerdo mi época de colegio cuando lo típico era llamar a mis compañeros de clase por sus apodos; se volvió tan normal que algunos de ellos a pesar de tener apodos que señalaban algún defecto físico (y que por lo tanto eran apodos humillantes), no les quedó más remedio que aceptarlo y llegar a acostumbrarse que se les llamara así; algunos incluso hasta el día de hoy ¡se presentan por su apodo!
¿Cuál es el problema? Esto es algo que muchas veces los pastores y líderes de Iglesias no hablan porque se considera que es más importante tratar asuntos socialmente más condenables como adulterio, sexo fuera del matrimonio, homosexualismo, borrachería y uso de drogas, etc. Y si bien es cierto todos estos otros temas son importante tocarlos desde un punto de vista bíblico, el poner apodos es algo tan serio que sorprende que se pase por alto desde los púlpitos. Así que de una forma breve quisiera tomarme el tiempo de explicar la gravedad de poner apodos.
Poner apodos = Matar
Dios le dio a su pueblo los famosos 10 mandamientos; es normal pensar que el mandamiento “No matarás” es una prohibición clara para casos como: No dispararle a alguien, no apuñalar personas, y situaciones obvias como estas; ahora bien, el pueblo a quien Dios le dio este mandamiento por supuesto entendieron que era una prohibición contra estas violaciones obvias, pero el mandamiento no se detenía ahí, el pueblo de Dios también entendió que una forma de matar a otra persona era ¡HUMILLÁNDOLA!…
Piensen en esto ¿qué frases utilizas cuando te sientes apenado frente a otros? ¡Trágame tierra! ¡Me quiero morir! El pueblo de Dios entendió que humillar a alguien es matarlo un poquito. Poner apodos puede sonar de lo más inofensivo del mundo… ¡para quien los pone!, pero para la persona que sufre diariamente escuchar que en lugar de que se le llame por su nombre se le llame por un defecto físico, por su peso, por una discapacidad, o por cualquier otra situación que sea denigrante créanme, ¡no es ninguna gracia!
Así que, si eres un verdadero hijo de Dios, que quiere obedecerlo y caminar mejor en la vida; quítate esa mala costumbre de llamar a personas por su apodo si es denigrante. No importa que ya se haya acostumbrado, lo más seguro es que se acostumbró porque no le quedaba de otra.
Ser cristiano es más que no tomar, no fumar, no usar drogas y cosas socialmente condenables… ser cristiano es NO DECIR APODOS DENIGRANTES.
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